RESEÑA | DOBLE O NADA (DOBLE O NADA III), DE VERÓNICA L. SAUER

by - sábado, junio 18, 2016

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Debo confesar que no me llamo Verónica L. Sauer. Si así fuera, si ese fuese mi nombre real, quizá no me atrevería a contarles lo que les voy a contar. Y si no estuviera a miles de kilómetros del sitio donde comenzó todo, puede que tampoco. 
Ustedes ya saben que las dos primeras historias de la serie, “Séptimo cielo” y “El quinto infierno”, llegaron a mí a través de Ana. Lo que no saben es cómo llegó Ana a mi vida y todo lo que trajo consigo además de su amistad: el despertar de mi vocación, un proyecto interesante, un hombre increíble. O mejor dicho dos.
Novelar su historia fue relativamente fácil, pero hacer lo mismo con la mía seguro no lo será. Para poder lograrlo, tendré que asumir que lo que descubrí al cruzar la línea, me gustó demasiado. 
¿Cómo no morir de nostalgia al recordar esa pasión tan prohibida? ¿Cómo encarar la realidad luego de ese paréntesis de locura junto a Iván y Santiago? ¿Cómo olvidar la experiencia más placentera de mi vida? 
Espero que New York me brinde las respuestas que necesito, y también la adrenalina que estoy buscando. Y si no es así, volveré. 
Los invito a adentrarse en mi verdad para decirme si valió la pena jugarse entera y apostar a “doble o nada”.

Mi opinión sobre el libro:

Voy a serles sincera, cuando comencé a leer la bilogía Doble o nada no esperaba mucho de la misma. Sin embargo, a medida que me fui adentrando en Séptimo Cielo y el Quinto Infierno me di cuenta lo equivocada que estaba. Recuerdo como si lo hubiera leído ayer lo que me hizo sentir Séptimo Cielo, la primer entrega de la bilogía Doble o nada; en la que nos adentramos en la vida de Ana, Hernán y Martín. Fue una montaña rusa de sensaciones que, hasta día de hoy, todavía puedo sentirlas en mi piel. Pero luego llego El Quinto Infierno, que dió más énfasis a esas sensaciones que aún persistían luego de la lectura de Séptimo Cielo. Leer esos dos primeros libros, que luego se transformo en una trilogía, fue una montaña rusa. Leer Doble o Nada, lo fue aún más. Dios mio, la autora de verdad se superó a si misma. Esa última entrega despertó en mí unos calores, que ni les cuentos. Y sí, también algunas sonrisas, risas y lágrimas.

Admiro y respeto mucho a aquellas autoras que, con tan solo su primer libro publicado, logran despertar en el lector una serie de preguntas tan difíciles de contestar, unos sentimientos tan difíciles de explicar. El primer acercamiento que tuve con Verónica fue excelente, así que cuando se dió la gran noticia de que se publicaría Doble o nada, la historia que le da el nombre a la trilogía y que, Verónica es la propia protagonista, supe que tenía que leerlo. Así sin más.

Me gustó que esta estrega, Doble o Nada, sea como una especie de diario, una autobiografía; ya que es la historia de Verónica en la que nos estamos adentrando. Y créanme que no es cualquier historia, no señores. En esta, la protagonista nos cuenta como es que conoció a Ana, protagonista de Séptimo Cielo, y la forma en la que se dió a conocer la historia de ella. Pero no solo conocemos esa parte, también nos aventuramos en el mundo de Verónica, en ese mundo que está conformado por dos personas que la iniciaron en esto tan hermoso que es le escritura. La inspiraron..., y de que manera.

Cuando comencé a leer la bilogía, quedé sumamente sorprendida por la narrativa de la autora. Es una delicia leer a Verónica, y no lo digo por decir. La forma en la que narra sus noevlas te hace sentir fuertes emociones. Su narrativa logra movilizarte. Especialmente, en esta entrega de la trilogía Doble o nada que, cuando la lean, sabrán de lo que estoy hablando. Adéntrense en el mundo de Verónica y lo vivirán en carne propia. Y no es para menos, Verónica conoce a dos HOMBRES, sí, con mayúscula, que dios mio, son el David de Miguel Ángel. Y no solo uno. DOS.

Santiago e Iván... tiemblo con solo recordar sus nombres. Son dos hombres, pero sobro todo amigos, con una mente muy open mind, muy liberales. Leales el uno con el otro, muy buenos amigos, personas y amantes. Son dos pedazos de machos alfas sumamente seductores y sensuales. Rudos como un highlander y tiernos como perritos, y podría seguir.

Como dije antes, la prosa de la autora es sumamente directa, y por ende, todo lo sentimos en primera persona. Hay una mezcla de erotismo, de fantasía y realidad. Todo esto en una trilogía. ¡Wow! Pero no se confundan, es la propia historia de Verónica, y si bien hay erotismo, hay muchas emociones, experiencias, errores y aprendizajes. Y sí, todo en una sola novela. 
En Doble o Nada, Verónica nos narra su pasado, la forma en la que conoció a esos dos dioses del olimpo: Santiago e Iván, ese primer acercamiento hacia Ana, como es que consiguió su nuevo trabajo, y como es que estos dos hombres la lanzan al mundo de la escritura. Es una historia compleja, que despierta en el lector varias preguntas. Es una novela que hay que descubrir poco a poco y sin cuestionamientos e ideas preconcebidas. Es una historia que cuenta con unos personas muy reales, llenos de defectos y virtudes, con muchos sentimientos encontrados que, a fin de cuenta, van encontrando su lugar en el mundo. Al menos yo lo veo así. Y todo a través del amor. Es increíble como el amor cambia a una persona. 

Y que decir sobre el final... me quedé con la boca abierta. Todo por la aparición en escena de un personaje que volvió para quedarse, y bueno, también por lo de Santi e Iván. Espero que Verónica nos siga contando un poco más de su historia, especialmente de este personaje que, para mí, es mi favorito. Aclaro que el final puede ser un tanto inesperado, pero se logra entender. Se los aseguro.

En conclusión, Doble o Nada no es una historia para juzgar, es una historia real y verdadera. Llena de emocionantes aventuras y experiencias. Una novela que nos deja demasiado en claro que las cosas, a veces, son mejores por partida doble. Doble o nada. 

Estrellas:
4/5

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